martes, diciembre 17, 2013

Tarde de trabajo

Da un poco de miedo esto de internet. A veces, lo aprecio como una suerte de ampliación de las bondades y maldades del ser humano, un kraken amorfo e invisible que lo ocupa y engulle, hasta tu propia voluntad, como el concepto de nada que va de Ende a la antimateria.

Da miedo ser engullido por sus parámetros y que tus propias sinapsis pasen a ser las que desea el gigante.

Un paseo por el campo un día después de llover, breve, de una brevedad vergonzante, y vienen de nuevo a agolparse todos los deseos de retorno, de eterno retorno a la chimenea y al tomillo, al romero y a los cartuchos de escopeta de colores.

Me planteo por primera vez rematar este espacio y pasar las mismas reflexiones (o parecidas) a un espacio más íntimo. No creo que lo deje morir, pero puede que los rigores de la disciplina ya no sean tan necesarios, solo hay que ver el espaciado de fechas.

sábado, noviembre 23, 2013

Hambre de literatura contemporánea

Intento de retorno a este espacio tras un paréntesis demasiado largo. Correr y escribir, chimeneas del cerebro, vienen para quedarse este otoño.

Me peleo literalmente con Dickens y le desprecio, me llama y vuelvo a despreciarlo. Los susurros del eterno sentimiento de responsabilidad y vuelvo, y vuelvo a dejarlo.

Si los clásicos son clásicos además de eternos, ¿será la estructura interna de mi personalidad como lector la que reclama literatura contemporánea? Cuidado, hablo de literatura.

Correr, correr, correr, correr.

domingo, marzo 03, 2013

En busca del tiempo perdido (II)

Leer un clásico puede resultar una experiencia a destiempo, siempre quedará ese rescoldo de impotencia y duda al reflexionar: ¿qué habría sido de mí con veinte años y este libro en mis manos? puede que flagelarse con esos resquicios del pasado no sea más que justificar ciertas vías muertas o, al menos, estancadas.

¿Qué habrá hoy de aquellas sinapsis que parecen eternas?

lunes, febrero 11, 2013

Tiempo de correcciones

Mientras tecleo estas letras se imprimen las páginas de lo que pretende ser mi nueva novela-relato largo (?). Tengo los dedos entumecidos, tengo frío, no he encendido la calefacción preso de esta nueva ola de ahorro que nos invade: pero me siento liberado. Abrir la carpeta con la certeza del documento sin terminar, por repasar y corregir, me ha producido en los últimos meses una especie de bloqueo en los que la historia "ni comía ni dejaba comer". Será el eterno retorno del que trata de escribir, la obra incompleta, la búsqueda del giro perfecto, magistral, pero todo eso lleva un lastre que mi imaginación no considera pero sí mi pueril sentido de la responsabilidad: hay que acabar lo que se empieza.

Obviando la sentencia, me he lanzado a la impresión para buscar una nueva óptica, tanto personal como de mis confidentes más cercanos y lejanos. Bolígrafo en mano y a corregir, al clásico estilo, algo que nunca se terminará.

miércoles, diciembre 19, 2012

Digestión

Tomar la decisión de no ver más telediarios ni informartivos, el verdadero triunfo, quedar atrapados por las redes de la música como cuando tenía quince años y escuchaba una y otra vez la misma canción, y cómo te llevan esas canciones a la feria y a los sábados por la noche, y de nuevo el mayúsculo tiempo perdido y a los remiendos de la personalidad que no pudiste tener pero que la injusticia y la buena memoria te recuerdan con insistencia mientras la digestión pasa por mi cerebro como un camión cargado de troncos.

Quizá "De la Tierra a la Luna" puedan devolverme algo de aquellas tardes tumbado reconstruyendo los retazos de una personalidad desvalida. 

sábado, noviembre 10, 2012

En busca del tiempo perdido (I)

Vuelve, cada vez que va a la biblioteca infantil, a esconderse en el pasillo de los libros que le faltaron por leer entonces. Las pastas blancas y duras, las mismas que miraba absorto con diez años, siguen en el mismo sitio, pero cobran un significado nuevo, aunque sigue siendo el mismo. Repasa los títulos y comprueba, satisfecho, que ya ha incorporado muchos, pero no puede evitar una gigantesca tristeza del enorme tiempo perdido. Es cuando la úlcera primigenia, la enfermedad incipiente, cobra súbita memoria: horas de televisión, madrugadas de sábado, mañanas de verano, tardes de universidad, los que pasaron y debieron ser y los que se quedaron y no debieron ser jamás, jamás. Acaricia a Wells, Verne, Doyle, Dickens..., puede que sea demasiado tarde.

domingo, octubre 21, 2012

El descubrimiento incómodo de las evidencias eternas

Correr y abrir los canales de la reflexión, fluyen velozmente al ritmo de mis zancadas: puede que el efecto secundario más interesante sea el acompasamiento del corazón, la expulsión de ese pinchazo del nervio que me oprime entre sístole y diástole. Correr para sobrevivir entre las evidencias invisibles, los desatinos de una formación entrecortada y carente de una perspectiva pragmática, aun en el plano de los machetazos diarios. Correr como liberación, correr como afirmación, correr como referencia, correr porque sí, correr sin medida, correr para...