martes, enero 17, 2006

Quería cambiarlo y no sabía cómo (II)

Su fuerza es tan poderosa y sutil que le provoca espasmos de amnesia narcotizante. Quiere patalear, cree saber las respuestas a las preguntas que ya casi nadie se hace, pero olvida demasiadas veces el tenerlas presente. Se desvanecen. Desaparecen como los argumentos, se oxidan en el trastero de la memoria, llenos de polvo, antiguos, exagerados, carcomidos por la modernidad y la instanteneidad de lo pasajero. El rodillo de los acontecimientos le fusila cada día, sin disimular, con el beneplácito de la mayoría e, incluso, con su apoyo.

Ha perdido muchas esperanzas, pero no todas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es imposible cambiar el mundo. Déjate de bobadas

Anónimo dijo...

La única bobada es esa que has dicho tú. El mundo ha ido cambiando continuamente desde sus inicios, y ahora resulta que ya no se puede cambiar, pues vaya, a mi me parece un poco utópico eso. El mundo va a cambiar lo queramos o no. Si no hacemos nada, como tú pretendes, cambiará hacia la extinción de gran parte de la humanidad y el fin del medio natural como lo conocemos, y si participamos en decidir los cambios podrá ser mejor si lo queremos. Sólo los que niegan la realidad en que viven pueden dejar el desarrollo al azar.

Me encanta esta gente con su dogmatismo de “no se puede cambiar”, sin dar nunca argumentos a una postura tan poco realista. Si no se pudieran cambiar las cosas aún estaríamos en la prehistoria, así que está claro que el mundo cambia, solo hay que participar en los cambios para decidir nosotros como queremos que sean.

coquinas dijo...

Al anónimo: lee


Mefistófeles: Nada que objetar, el cambio es posible y necesario. Bajado de internet documental sobre Sin Tierra: espectacular.

Colibrí: Simplemente gracias.