sábado, enero 14, 2006

Vera (II)

No pasaba un solo día en el que no repasara con rigurosidad el concepto de impotencia. Ni uno. En aquellas clases que no le interesaban demasiado tomaba esas embestidas como breves paréntesis en los que profundizaba en sus pensamientos, permanecía un tanto ausente, segura de que el retorno a la normalidad se calcularía en unos cinco minutos aproximadamente. La cosa cambiaba en sus preferidas. Lengua, Historia y sobre todo, Ética. Era incapaz de hacer manoletinas con los comentarios que sus compañeros hacían constantemente, interrumpiendo prácticamente cada frase de Senda. Alguna vez llegó incluso a mandarlos callar ante la mirada más que sorprendida de la profesora y de sus congéneres. Después se sentió muy mal, por ella y por Senda, pero no podía evitar sentir que en cada clase se perdía un abismo de ignorancia que inevitablemente también la arrastraba a ella como una resaca cantábrica. No sabía por qué era consciente de ello.
Hablaba muchas veces con su padre de esas situaciones. Siempre le decía cosas que no entendía del todo, que si la ola es demasiado grande, que si la educación es una estafa, que si los institutos son fábricas de...

1 comentario:

coquinas dijo...

Oía, seguía y comprendía cada palabra de Senda. Es la profesora de Ética.
Habrá mucho más sobre Vera.

Muchas gracias por tus palabras