viernes, octubre 13, 2006

De la responsabilidad

La cuestión de las responsabilidades se ha convertido en una de las más resbaladizas sobre las que se pueden discutir. Sorprende comprobar como nadie es ya responsable de nada, siempre hay otros que tienen la culpa, hasta en las evidencias más supuestamente objetivas que el tan denostado sentido común maliciosamente nos conduce. Los ejemplos son variadísimos, tan numerosos que merece la pena centrarse en alguno de ellos. Hace unos meses se emitía por televisión un anuncio en el que dos niños aguantaban la respiración imitando la aceleración de un coche. Todos recordamos dicho anuncio porque la cara de uno de los críos llegaba a sonrojarse hasta un límite que rozaba la asfixia. Era un anuncio de un modelo automovilístico alemán, simpático, que lograba arrancar una sonrisa al espectador, creo que nada más. La mencionada cuestión de las responsabilidades engarza con el anuncio a raíz de una noticia que leí en un periódico de tirada nacional: imitando al protagonista del anuncio, un niño había aguantado la respiración hasta caer inconsciente y golpearse la cabeza en su caída, haciéndose, lógicamente, el oportuno daño. Hasta ahí algo anecdótico, casi macabro, ya que a nuestro segundo protagonista doméstico no le ocurrió nada serio. La segunda parte de la noticia si que provocó, al menos sobre mí, una gran sorpresa. La familia del susodicho había denunciado a la empresa anunciante como responsable y culpable de la conducta del niño.

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Es evidente que un niño imita lo que ve, pero también imita las responsabilidades que asumen, o no, los de su alrededor. ¿Cúal es el mensaje recibido por el niño? Tu no tienes la culpa, la culpa es de la televisión, tampoco es de tus papas, que no te dicen que eso no se debe hacer, la culpa es de otros, de terceras personas que de forma etérea flotan en el ambiente manchando tu impoluta inocencia. Porque, creo, la educación consiste en crear responsabilidades y no inocencias basadas en la total ignorancia o en la reclamación constante en terceras personas. En fin.
Seguiremos coquineando con las responsabilidades.

2 comentarios:

Joselu dijo...

Sí, hay una tendencia dominante de huir de la responsabilidad, pero creo que forma parte de una cultura supuestamente progresista. Uno puede ser un estafador y mala persona, pero no lo es definitivamente hasta que no lo reconoce en público. Hasta entonces su personalidad era ambigua y muchos lo admiraban, pero pobre de él desde el momento en que diga "sí, soy un estafador y soy mala persona". Todo el mundo lo despreciará por su falta de resistencia y falta de dominio de la situación. Esto nos han enseñado, que hasta que no nos reconocemos culpables no lo somos. Supongo que debe haber diferencia en lo que se siente en el fuero interno y lo que se proyecta hacia fuera. Supongo.

coquinas dijo...

Gracias siempre por tus comentarios. Agradecerte también el pasadizo establecido.

Saludos