miércoles, enero 14, 2009

La necesidad del enemigo

Aunque la trascendente circunstancia de haber tenido pocos trabajos, el actual ya duradero, me impida arrojar juicios de valor absolutos, dudo que un número más amplio me llevara a una conclusión diferente. Hay una cuestión, la de los enemigos, que hace que me pregunte si la actividad laboral los hace o es el enemigo el que se hace. Pocas dudas tengo, considerando sin miedo a equivocarme que la facultad de ver contrarios hasta en los espejos es algo inherente, innato o quizá asumido durante la niñez y la adolescencia, pero que ya en la edad que podemos calificar como adulta, no es más que una muestra de una mera forma de ser. Creo que nunca he tenido enemigos definidos, sí gente que no te cae bien y a los que tampoco he caído bien, de ahí nada más, pero en espacios en los que te reúnes con personas con las que no tienes la más mínima afinidad a veces puede resultar un tipo de desencuentro que trasciende el a veces instintivo desprecio entre humanos. O quizá no es más que la extensión de ese instintivo desprecio intentando enmascararlo o justificarlo con argumentos laborales, lo que lleva a sondear y registrar el más mínimo comentario, la prueba más inocua, para acumular artillería que pueda usarse en un momento determinado.

Yo tengo enemigos y no es agradable, pero al mismo tiempo es divertido comprobar una vez más lo que se aburre la gente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Sergio! cuanto tiempo.
no me sorprende que tengas enemigos. Tu bondad, tu honestidad, tu amor al trabajo... son cualidades envidiables de las que muchos carecemos. te conviertes en el espejo donde no se quieren mirar, y como siempre, es mas facil atacar que intentar cambiar.

coquinas dijo...

Ana, muchas gracias por tus palabras y por la visita. Te espero por aquí.

Besos