sábado, noviembre 05, 2011

Ivanhoe

Una suerte de impaciencia contenida me obliga a pasar las páginas con avidez, rastreo los hitos del argumento que no me echen definitivamente de la trama, miro descaradamente la cifra en la que estoy, el grosor que aun me queda. Como un niño que intuye que está haciendo algo incorrecto pero que, aun así, persiste.

Y entre los fulgores, el próximo libro. Si me viera Cortázar...

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