viernes, octubre 28, 2005

1984 sin prohibir

La paradoja más inmensa en la que vivimos es muy sencilla. Poseemos TODA (incluso un mayúsculas esta palabra parece no poseer el absoluto significado que pretendo que albergue) la información que nunca hemos imaginado desear. Pues bien, ese torrente se desvanece, permanece inerte, no existe. Ese caudal de enriquecimiento se halla totalmente postrado, menospreciado y violentado, por no hablar de sus supuestos trasmisores. La conclusión es bien sencilla, oscuros e interminables períodos históricos de negación, prohibición, asesinatos, quema de libros, acusaciones de herejía, persecución de los diferentes, fascismos encubiertos con miles de disfraces y atuendos ideológicos, para que sea la propia libertad la que ejerza con mayor contundencia esa impronta totalitaria.
¿Se tratará de un mecanismo de supervivencia de la naturaleza que considera el conocimiento algo innecesario cuando existe el bienestar y se considera a éste como una amenaza desequilibradora?
¿Se tratará de un enésimo plan de zanahorización, creación y mantenimiento de personas no autónomas, no críticas, no curiosas, simples tornillos de una maquinaria perfectamente engrasada?
¿O será la conjunción de las anteriores no conclusiones?

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