Una de las mayores disyuntivas que uno tiene en la vida se define por la postura. No física. Encarar o no encarar determinadas situaciones, conflictos, problemas. El que más te respeta es aquel que te dice, lo bueno y, sobre todo, lo malo. Sucede que los que se adaptan y no plantean un frente beligerante, suelen ser más felices, despreocupados y, me atrevo a opinar, huecos que los que se paran y resisten, o por lo menos lo intentan, íntimamente dialogantes con la actitud de mejoramiento y con la eterna duda del propio comportamiento, a veces calificado de soberbio.
La gente que deja que su perro asome la cabeza por la ventana del coche cuando van a más de 80 km/h, la gente que se deja adelantar en las salidas de la autovía tras esperar inmensas colas, la gente que chantajea a los niños para premiar su mal comportamiento, la gente que no piensa.
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