sábado, diciembre 10, 2005

El camino


La tristeza reaparece con la repetición infinita del funcionamiento humano. Es lamentable, patético, comprobar como seguimos moviéndonos por los mismos estímulos que nos han encumbrado como la supuesta especie suprema en el planeta. El diálogo no sirve más que para estimular los buenos principios, los buenos sentimientos. La política de hechos consumados y amenazas reales son las únicas eficaces. El paternalismo y la falta de respeto triunfan allí donde los necios se acobardan ante su complejos o la soberbia es entendida como una cualidad de fortaleza.
Puede que seamos un experimento fallido, una mutación de la naturaleza harta de existir y que busca su suicidio inteligente y sistemático.
No creo en nada de lo anterior, pero la realidad que percibo desde aquí me conducen a un solo camino.

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