Tenía un secreto que ni el mismo conocía. Ese secreto le hacía sentir superior, una superioridad rígida, no perturbada por las fisuras de la inseguridad o la eterna duda. Era una cuestión absoluta. Lo tenía y realmente no sabía en qué consistía. Siempre pensó en su luz como el único reflejo fiel y verdadero existente, el resto eran simples espejismos en un desierto en el que él era el único oasis frondoso, placentero, infranqueable. Desde esa atalaya podía comprobar cómo se deshacían y morían el resto de luminiscencias, chocaban con su brillantez o bien cedían fácilmente, a su firme paso.
¿Qué otra cosa podían hacer?
Lo mejor era que ese secreto no conocía límites ni jerarquías. Intuyó que era parte de una herencia, pero el mismo secreto le tiraba del hombro advirtiéndole, negándole esa alternativa tan racional. Él estaba también allí dentro, tenía algo que decir.
Un día probó a expresarlo. dejaría de tener entidad como tal, pero, ¿qué importaba? El propio secreto le animaba, no podía reprimirse. Entonces vino la sorpresa. Podía ser compartido, incluso podía gritarlo, publicarlo a los cuatro vientos. Daba igual esconderlo. El resultado sería el mismo. La luz no se apagaba, sino todo lo contrario, ganaba fuerza y consistencia, se mantenía recio como una estatua gigante. No tenía contricantes, nadie podía vencerle.
Absolutamente nadie.
1 comentario:
Chambao... baje unos temas...
Fantastico... gran exponente Español
gracias
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