sábado, diciembre 03, 2005

Frustración

... y apareció la frustración. Acechaba agazapada como un felino, fiel a su instinto, arrasaba cualquier reminiscencia combativa, vapuleaba al confiado, menospreciaba al revolucionario, los hundía a todos. Y llegó entre risas de entendimiento, sostenida por miradas cómplices y puras, sorprendidas. Abofeteaba al iluso, se instalaba en su interior y brillaba complaciente en su exterior. El sujeto trataba de espantarla, de convencerla para que huyera, argumentando que no tenía nada que hacer allí. Pero era constante, taladraba con firmeza los pilares de las convicciones, la base del comportamiento. Quizá era ese el único perfil más livianamente negativo, el de la duda. Resplandeciente y competitiva con su propia creadora, exploradora de espacios y actitudes.
Incansables como cosquillas inquisitoriales, convergían en un halo de rabia y desesperación que hacía culpables a los inocentes, ahondando el arrinconamiento, la soledad que sucumbe ante los designios de la naturaleza. Lentamente, perdiendo.

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