Casi de manera obsesiva una cuestión gusanea mi cerebro engulléndolo lentamente. Se balancea entre la soberbia segura y arrogante y el convencimiento de mi propia levedad kunderada.
La cuestión es la concienciación.
Yo veo con una nitidez deslumbrante el mundo en el que vivimos, conozco y repugno sus reglas, padezco nada en comparación con mi queja, intuyo quiénes son los estrictos responsables y me incluyo entre ellos.
Pero muchas veces no sé muy bien qué hacer. Rectifico, sí que lo sé, lo que pasa es que la duda es en ocasiones un muro que me pregunta: ¿tú quién te crees que eres?
Sigo luchando de todos modos, me consuelo con las pequeñas batallas aunque probablemente la guerra esté perdida (Federico Luppi en Un lugar en el mundo), que seguro que no.
Quiero construir y que la gente vea desde donde yo veo. O ir yo al lugar desde donde ven los demás, encontrarnos a medio camino, pero ver. En ese momento peleo.
Muy pocos quieren. En esos momentos aparece el muro. Depués, otra vez la supuesta atalaya.
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1 comentario:
Claro que me sirve, eso es indudable. Creo que hacer pensar es el comienzo.
Gracias por visitarme, me gusta mucho tu página.
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