domingo, febrero 05, 2006

La incomprensión

La incomprensión crece como un vacío que no tiene piedad, que ni siquiera conoce de su existencia. No se desvanece, es simplemente un muro que no tiene resquicios ni vanos, una sólida superficie sin arrugas ni fisuras pero hueca como una cabeza sin pensamientos. Esa incomprensión suele verse reforzada por el cerrazón y la unidad de la necedad, de la ausencia de perspectivas, de la ola que lleva y no se para. Consume a los débiles, engulle a los que no piensan, mata a los que están en la orilla girtando, sucumbiendo entre espuma salada y amarga que penetra hasta las ideas haciéndolas retumbar con más fuerza, con más convicción y con una ilusión que flaquea. Gana muchas veces, otras veces pierde, pero siempre aparece espasmódicamente como el chillido de un niño caprichoso arrinconado sin postre.

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