Y piensa que nadie la puede manipular. Nadie. Mucho menos engañarla. Si ella se diera cuenta, concentraría todas sus embestidas instintivas y cavernarias contra su objetivo ante el beneplácito de la audiencia populista, divertida y acobardada. Además, está tan firmemente segura de que nadie puede jugar con ella que pasea su soberbia ignorante y estratosféricamente necia por los deambulatorios por los que transita como pasatiempo. Entre ellos el instituto. Es una pequeña torito con mucha fuerza, no tiene malas intenciones, no es mala, es simplemente un cerebro gastado, inútil, anquilosado, mediatizado, destrozado, reducido, maquillado y libre. Libre porque no sabe de su imagen, pero su convencimiento la hace libre.
Es la jefa de los zafios, y hoy, ser la jefa de los zafios es ser la jefa de la tribu. No necesita apabullar, sólamente un par de berridos espantan las moscas de la inteligencia, molestas e incomprensibles. Es temida, nada respetada. En realidad, todos se ríen de ella.
Pero tiene un quad, un fantástico medio de transporte que nunca utiliza. Deja que su novio lo haga. Total, si ya saben todos que lo tiene. Y no le costó nada conseguirlo, sólo nueve suspensos. ¿Y qué es eso de suspender?
Pero tiene un quad, un fantástico medio de transporte que nunca utiliza. Deja que su novio lo haga. Total, si ya saben todos que lo tiene. Y no le costó nada conseguirlo, sólo nueve suspensos. ¿Y qué es eso de suspender?
Que se atreven a decir que mi niña es tonta?. Esos no hacen más que quejarse, ya me gustaría verlos trabajar como yo trabajo, que me he hecho a mí mismo!. Mañana mismo voy al instituo ese, a ver que se han creido. ¿Que no puedes hacer el examen porque quedarse dormida no es una justificación? Pero en que mundo viven. Es que son así, papá. Me tienen manía, como les digo a todos las cosas a la cara cuando quiero, me tienen manía, no me dejan hacer nada, ni sacar el móvil cuando me llamas.
Y los supuestos privilegiados que pueden dar un paso de costado para contemplar, aunque la visión sea orripilante, la miran y sonríen horrorizados, cándidamente conscientes de una realidad, subjetivamente objetiva, que se extiende como la nada de Ende, que consume materias grises hasta convertirse en una ola inamovible, asentada tan firmemente que ni la pólvora puede dañarla. Ahoga ideas que tristemente llegan a la superficie como pequeñas pompitas que se desvanecen con el contacto real. Y esos supuestos privilegiados ladeados creeen que ganan, pero siempre acaban perdiendo. Las guerras siempre las perdieron, sufrieron posguerras, ganaron alguna batalla, pero en los tratados de paz firman concediendo.
Y encima no me quiere hacer el examen otro día. Joeh, encima que quiero hacerlo. Si no fuera por mí no estarían allí trabajando. Que sí, que están para eso, que no se quejen, que lean menos libros y que aprendan lo que es trabajar. Ya está bien.
Y existen otros no tan supuestos privilegiados que lo saben y tiene la opción. Y no la utilizan porque dejarían de ser privilegiados pero no de visión, sino de privilegios, de los privilegios verdaderos y necios, tan zafios como los berridos (los privilegios). Miran, consienten y echan culpas a los otros privilegiados, acumulan más peso en sus espaldas e inyectan más remordimiento en sus conciencias. Inspeccionan las ausencias, toleran, guiñan y, tristemente, sirven al dios de la maquinaria.
Y existen otros no tan supuestos privilegiados que lo saben y tiene la opción. Y no la utilizan porque dejarían de ser privilegiados pero no de visión, sino de privilegios, de los privilegios verdaderos y necios, tan zafios como los berridos (los privilegios). Miran, consienten y echan culpas a los otros privilegiados, acumulan más peso en sus espaldas e inyectan más remordimiento en sus conciencias. Inspeccionan las ausencias, toleran, guiñan y, tristemente, sirven al dios de la maquinaria.
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