viernes, marzo 03, 2006

Harry Haller

Pensando en Harry Haller he recordado las incontables ocasiones en las que he llegado a las mismas conclusiones que les son atribuidas en su Tractat. Leyendo sus pensamientos, sus espasmos mentales se reproducen en mi materia gris como sacudidas premortuorias. El desasosiego, la oquedad, la remembranza de cepellones cardiales durante su existencia, marcan el ritmo de una secuencia escalonada, minuciosamente surrealista en proyección geométrica.
Si alguien consciente del mundo en el que vive quiere disfrutar de un derroche de realismo interior, no debe dudar en acercarse a Harry, con una sola advertencia fraternal, no hacerlo en situaciones en las que las cejas no puedan vencer la fuerza de la gravedad de un alma aburrida o cansada.
Harry Haller gozaba de una perspectiva en los años veinte que muy pocos ni siquiera entienden hoy. Ni siquiera son conscientes de su existencia.

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