lunes, marzo 06, 2006

Vera (III)

... los institutos son fábricas de números con tarjeta de crédito y préstamos hipotecarios vitalicios. Tienes que sacar el máximo de cada momento, llénate de la sabiduría de los que quieran compartirla contigo, comparte la tuya, busca, rechaza la necedad, la estupidez, lo fútil, busca, busca...
Esas palabras siempre recorrían su mente acompañando al rubor de verse una vez más desagüe de un vertedero al que se dirigían toda la avalancha de miradas. Hundía su presencia entre sus hombros intentando ocultarse, deseando que los segundos pasasen rápidamente, que fueran búrbujas de vida efímera, pero no era así. Un silencio expectante enmarcaba la escena, Senda relajaba la tensión increpando de nuevo a la tribu, disculpándose ante los mártires, mostrando en su tono de voz y en la cadencia de sus párpados el sufrimiento que le provocaba un nuevo fracaso, uno de esos que Vera quería evitar y que su instinto por conocer, su curiosidad, no podía encerrar haciéndola explotar como una tormenta de verano purificadora y catártica.
Esos días llegaba muy triste a casa, no quería volver al instituto al día siguiente. Siempre pensaba, estaba segura, de que algún día encontraría gente que realmente la entendiera, tenía muchas cosas que contar, quería hacer tantas cosas, visitar tantos lugares que el corazón se le inflamaba al comprobar el antifaz que cubría el horizonte de los que le rodeaban a diario. En casa tenía aliento, pero había llegado un momento en el que tenía que expresarse de otra manera, quería utilizar otro lenguaje, buscaba ideas y opiniones que le llenasen y en los que reflejarse y crecer para construir. Llegaba muy triste a su casa pero rápidamente se recomponía abriendo algún libro, esfumándose entre la tinta...

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