miércoles, noviembre 29, 2006

Falangsterio de excrementos en el Caroig

La idea era muy sencilla: crear un falangsterio, de esos de los de Fourier, en el macizo del Caroig, entre las casas de la Diabla y de María Ródenas, en la ladera este de las calizas ocultas por los pinos, unos pinos carrascos carrasqueantes, tan fuertes que habían limitado su extremidades superiores a su copa y poco más. El principal recurso del que viviría el falangsterio, que pudiéramos bautizar como El quiebro de la luz provocado por la intersección de un pararrayos inútil, sería aquél derivado de las cagarrutas de macho cabrío, bueno también la hembra (seremos un falangsterio políticamente correcto). Con dichos pequeños, pero inmensos en posiblidades, excrementos, abriremos una serie de alternativas que ni los indios de la India verdadera con la mierda de vaca sagrada: combustible para chimeneas ecológicas de propietarios con ausencia del sentido del olfato, quizá también el del tacto, abono para microjardines, cosméticos para la protección dermatológica ante los futuros y más que esperados e inconscientes rayitos solares (¿por qué se llamaba calle Rayito la calle Rayito de las Lagunillas?) y más cosas que están desarrolladas en el panfleto pre-falangsterio que nuestro amigo Heraclio repartió por La Mancha y la Tierra de Barros, todo muy legaminoso.

Saludos

2 comentarios:

Piedra dijo...

¿Y si en lugar de botellones, se montasen falangsterios? Con la única condición de que fuesen autosuficientes, aunque fuesen temporales.
Heraclio desde el más allá era capaz de volver.
Expresiones

coquinas dijo...

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