Tratando de zaronjar los interludios de la memoria, reperturbaban inzonzóglicos las umbrías de sus insiemes. De habitual babería insistente, dácicas victorias se estalagmiteaban con pírricos estadíos. La jurba de los insiemes era tan hueta y efuvetresa que no le dejaba vaivenear las camas.
2 comentarios:
Parece una recreación del famosísimo capítulo 68 (antes del 69) de Cortazar que aún recuerdo: Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias... Bien por el maestro Cortázar y por su escoliasta loganfugado. Un cordial saludo.
Sólo la comparación me ruboriza
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