sábado, noviembre 24, 2007
Las miradas
En muchas ocasiones se había preguntado el motivo por el que algunas personas nunca le miraban al hablar. En sus primeras reflexiones se atormentaba culpándose despiadadamente por su incapacidad para ser un ser social. Pero, con el tiempo, un amor propio emergente de cualquier elemental instinto de supervivencia, comenzó a culpabilizar a los contrarios. El caso era que todavía no había conseguido eliminar completamente los resabios, las inercias de su autodesprecio y sus complejos de inferiodades primigenios y, en los días bajos, pugnaba con la soberbia de su instinto.
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