miércoles, diciembre 12, 2007

La siesta de Saturno

Saturno es muy dado a elucubrar sobre cuestiones que no le importan a nadie, o por lo menos de esas que nadie admite que le importen. Suelen ser simples entretenimientos, casi sortilegios de su inmensa capacidad cerebral que le ayudan a encontrar nuevos caminos, nuevas vías de reflexión más intrincadas y empinadas. Una tarde, dormitaba en el sofá de casa con el maestro Mairena en su regazo, demasiado peso para una siesta, así que lo dejo caer sobre el frío entarimado de noviembre. Su mano, como tutelando la obra maestra encuadernada en rojo, no pudo evitar sentir, ella sí, un desamparo. No era la primera vez que la extremidad saturniana sufría dicha desolación, así que no era la primera vez que el señor Guerra flexionaba instintivamente el brazo para acercarlo a su cálido corazón.

1 comentario:

Joselu dijo...

El maestro Mairena y Saturno. Dos viejos amigos que se encuentran en tardes de lluvia, en esa modorra que invade todo.