Leyendo todo lo que se puede y menos, a veces topamos con libros en los que se constata con nitidez aquello que Marsé calificó de "cañerías de la novela" (o algo así), no creo que necesite explicación a qué se estaba refiriendo. Y es que hay ocasiones en que el escalón entre dos lecturas es tan abrupto y desmesurado que la posibilidad de visualizar la estructura a la que aludía Marsé pudiera bien atenuarse si camináramos por libros intermedios, que sirvieran de paracaídas o airbag ante el más que probable tortazo.
Cuidado. No digo qué es mejor o peor, todo lo es, sólo constato lo que la lectura te va haciendo ver.
Con parsimonia.
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