martes, febrero 09, 2010

Su nueva personalidad

Aun siendo plenamente consciente, cometía el mismo error una y otra vez. Parecía uno de esos juguetes que no tienen capacidad para cambiar de trayectoria y chocan persistentemente con una pared o con un mueble. Así es como él se veía, indolente ante esa máxima, ese requerimiento de su naturaleza que le implicaba en una espiral de autocompasión que de algún modo le proporcionaba los argumentos necesarios para seguir inmerso en el mismo bucle.

Pero un día decidió probar y cambió la espiral. Como casi siempre en la vida, tuvo que pasar algo, y el algo fue el descubrimiento del ser humano, ajeno a los horrores de los campos de concentración, al olor de la pólvora y de las ejecuciones, vio de cara una ínfima e insustancial parte de lo que el ser humano podía llegar a ser, ausentes todos los impulsos cívicos en los que él tanto creía, decidió comenzar una nueva espiral en la que solo obedecería a algo que todavía no sabía bien qué era. Y entonces, en lugar de aguantarse, dijo sí y dijo no, y descubrió lo liberalizadora que podía llegar a ser la verdad, catártica y plena. Descubrió un matiz inmenso de emociones marcadas por una sinceridad plena y plana, lindante en ocasiones con el insulto, pero que fijaba su nueva personalidad con energía.

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