viernes, abril 27, 2012

Cabestros

Choque sutil de cabestros, palabras cruzadas, sibilinas, merma del espíritu, ganancia del espíritu. Freud se pasea por la habitación y va repartiendo el garrote, hay quien no se lo devuelve, que se lo queda, en esencia, en propiedad, que no se lo devuelve. Y los que miramos, sentimos y no comprendemos, y el garrotazo se queda ahí, se va repartiendo pero se queda ahí, porque el tuyo, el que te han dado a tí, el que duele, el que cosquillea en el pecho y que se va expulsando lentamente con el devenir de estas letras, lo retienes y lo piensas, lo racionalizas y es cuando no te gustas.

Y puede que todo parta de la incapacidad de visualizar la presencia de esos cabestros, conscientes plenamente de que lo son y, sobre todo, de que tú no lo eres, que puede que quieras serlo pero que la mayoría de las veces no sabes, porque llevas milenios sin practicar, sin saber siquiera cómo empezar, milenios en los que la complacencia han sido tu hábito y tu mecanismo de defensa más absurdo y más inútil.

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