martes, octubre 18, 2005

Vadohondo

A veces tenemos la inmensa fortuna de encontrar lugares hechos para nosotros y para nadie más. Personalmente prefiero los no corrompidos ni maleados, los que todavía permanecen como si miles de años no hubiesen trascurrido. Vadohondo es uno de esos lugares. Un pinar que se mueve silenciosamente al compás del viento manchego, a punto de estallar ante la presión prebáquica, pero tenso y pausado en su sitio.
Esos lugares son pequeñas cápsulas temporales que consiguen llevarte al lugar que tienes en mente, al sitio de tu cerebro que nunca existió en el pasado, pero que a tú estás seguro de lo contrario.