martes, febrero 12, 2008

Lluvia

Nunca desaparece el encanto de la lluvia, la placidez del resguardo, las luces efímeramente cálidas, la presencia de esos yos imprescindibles que están físicamente fuera de mí pero que son mí y yo y conmigo. Los sentires de la lluvia, el frío que nos había olvidado, la primavera consentida, mimada y apresurada, caida en el alféizar de las gotas de nuestra intimidad.

1 comentario:

Joselu dijo...

La lluvia -tan rara o escasa últimamente- siempre nos recluye o cobija en zonas de intimidad y recogimiento. ¡Cómo la echo en falta!