jueves, octubre 30, 2008
El sentido del tiempo
Desde que iba al instituto y veía como algunas clases pasaban como un suspiro mientras otras eran puro suplicio, nunca había vivido ritmos de tiempo tan distintos y tan cercanos concentrados en un solo día. Las mañanas pasaban con lentitud, sentía como la manecilla del reloj retumbaba en sus oídos cuando tenía que intentar acallar los gritos que estaba obligado a escuchar. Eran una suerte de tortura sistemática, no creía que calculada, pero sí a veces bastante extenuante. Sin embargo, las tardes pasaban con rapidez, no había un momento de descanso, de hecho, había tenido que dejar de hacer deporte, no le daba tiempo y además no le hacía falta, la barriga que durante meses había ido alimentando se desintegraba con la misma rapidez que los segundos en el mismo minutero, quién lo diría, de las mañanas.
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3 comentarios:
Me gustaría saber de dónde procedían esos gritos que estabas obligado a escuchar e intentabas acallar a modo de tortura sistemática.
Ni más ni menos que de adolescentes inmersos en un sistema educativo desastroso.
Ya verás lo que es correr el tiempo con el paso de los años. Parece increible pero lo que en la juventud era una eternidad, ahora en la "madurez" ni te enteras. Por otro lado, paciencia, se lo difícil que es el intentar enseñar a los que no quieren ni aprender a leer.
Expresiones
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