miércoles, enero 27, 2010

Agua nieve

Contemplar un mismo paisaje castigado por los cambiantes caprichos de la meteorología da una cierta sensación de desdoblamiento, de intemporalidad, como si no fueran el mismo lugar o acaso jamás lo fueran, aún cuando pasan los días teniendo el mismo aspecto. Uno ha visto muchos amaneceres en la carretera, siempre con una certeza extraña de tiempo absoluto, como si el presente, en su importancia, tuviera en ese momento más trascendencia que en ningún otro intervalo del día. Sólo hace falta contemplar la línea del tiempo que hemos inventado para comprobar que, tan solo en función de los criterios humanos, esa sensación es un abismo mínimo.

No hay comentarios: