lunes, abril 05, 2010
El ciclista
El ciclista sube indeciso entre los pinos, ve la casa en ruinas repleta de pintadas apocalípticas y vuelve la mirada al asfalto. Son las cinco de la tarde, es verano y es el único que ocupa la carretera. Alarga la mano para coger la botella, bebe un trago y sigue subiendo. Se detiene antes del destello. Está en mitad de la calzada, pisa con su pie derecho una de las líneas discontínuas. Espera a que se repita el fogonazo. A los diez segundos se repite. Piensa que puede ser algún tipo de artificio, alguna fábrica de pirotecnia en medio del bosque. Son argumentos que no le convencen, mira a su alrededor, como queriendo que aparezca alguien. Nadie. Otro destello. Es, son luces blancas de intensidad regular en su intervalo, con un nítido punto de inflexión que parece oscuro en su centro. Decide esperar sin apartarse de la carretera, desea que pase algún coche, que le pite para que se aparte y poder decirle a alguien lo que está viendo. No hay nubes. Las dos figuras aparecen con el siguiente destello. Desaparecen.
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