Calculando los misterios de la mente humana, uno se pregunta por ese momento que media entre el sueño y la vigilia, o viceversa. Ese tránsito de evanescencia en el que las paredes de la materia gris parecen expandirse, y unos filamentos desconocidos toman poder y ejercen con una naturalidad inusual su soberanía.
Conducir plácidamente por la autovía, amaneciendo, el gusto a café, los argumentos de las historias por escribir.
Y todo por un intervalo en el que nos abandonamos de modo inconsciente a nuestro subconsciente.
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