Tomar la decisión de no ver más telediarios ni informartivos, el verdadero triunfo, quedar atrapados por las redes de la música como cuando tenía quince años y escuchaba una y otra vez la misma canción, y cómo te llevan esas canciones a la feria y a los sábados por la noche, y de nuevo el mayúsculo tiempo perdido y a los remiendos de la personalidad que no pudiste tener pero que la injusticia y la buena memoria te recuerdan con insistencia mientras la digestión pasa por mi cerebro como un camión cargado de troncos.
Quizá "De la Tierra a la Luna" puedan devolverme algo de aquellas tardes tumbado reconstruyendo los retazos de una personalidad desvalida.
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