Intento de retorno a este espacio tras un paréntesis demasiado largo. Correr y escribir, chimeneas del cerebro, vienen para quedarse este otoño.
Me peleo literalmente con Dickens y le desprecio, me llama y vuelvo a despreciarlo. Los susurros del eterno sentimiento de responsabilidad y vuelvo, y vuelvo a dejarlo.
Si los clásicos son clásicos además de eternos, ¿será la estructura interna de mi personalidad como lector la que reclama literatura contemporánea? Cuidado, hablo de literatura.
Correr, correr, correr, correr.
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